viernes, 21 de agosto de 2009

Critica al psicoanálisis


La primera crítica sólida al psicoanálisis estriba en su falta de progreso. Las ciencias son vivientes. Cuando están basadas en verdades, avanzan y evolucionan. El Psicoanálisis no hizo ni lo uno ni lo otro. Hay poca, si hay alguna diferencia, entre los escritos de Freud de 1894 y las declaraciones de los analistas de hoy.
Psicoanálisis es una “terapia de base”, el mismo Freud decía que debía continuarse investigando, pero no se profundizo por sus continuadores y se tornan estéril, parece más un dogma religioso, que una teoría científica. El Psicoanálisis, en la actualidad, no es más que una estafa a la credibilidad pública. Y los primeros en reconocerlo son los psicoanalistas, aunque siguen practicándolo por una cuestión exclusivamente monetaria.

El Psicoanálisis es una terapia represora, no intenta empalizar con el paciente sino someterlo y juzgarlo. Su adaptación a una sociedad neurótica se torna en su fin, como si el adaptarse al medio fuera algo diferente que un animal. Es una herramienta del sistema para mantener a las personas en el.

Es una terapia que al enfocar todo en el pasado y el complejo de Edipo, crea rencor hacia los padres y familiares, quitando responsabilidad al paciente y viviendo del pasado, como si eso fuera a ayudarle en el presente, que es cuando tiene el problema.
Además atribuye como única causa el complejo de Edipo o Electra en la “sexualidad” del bebe, cosa imposible de demostrar ya que el bebe no posee desarrollado el órgano sexual: el cerebro.
El sexo es sólo una de las partes de la vida. El hombre no vive únicamente para el sexo, sino también para las siete dinámicas restantes (la de uno mismo, la del grupo social, la de la humanidad, la de todos los organismos vivos, la del universo físico, la de los espíritus y la de Dios).
Como Freud vivió en una época sexualmente muy reprimida, era lógico que criticara algo que fuera tan inhibido; pero ya paso de moda eso, no es el problema actual de la sociedad.


Según el Doctor H.J.Eysenck, profesor de Psicología de la Universidad de Londres, "no existe prueba alguna de la eficacia del tratamiento freudiano; exactamente el mismo número de dolientes sanan bajo el tratamiento psicoanalítico que los que se hubieran curado sin él".
Un sistema que dice ser curativo, es altamente costoso en tiempo y dinero, debe justificarse en términos de su probado éxito en relación a otros tratamientos más sencillos o terapias breves.
Nada de esto ha sucedido. ¿Cómo es posible que este sistema de tratamiento, que no posee pruebas que lo garanticen, atraiga tantos firmes creyentes y haya llegado hasta el punto de constituir casi una religión moderna?
Quizás el Psicoanálisis produzca alivio en algunos pacientes, pero los resultados no van más allá de lo que pueda producir la charla con un buen amigo que nos escuche con interés y aprecio y nos de una palmadita en la espalda.
Entonces el Psicoanálisis no tiene fundamentacion científica, es una seudo-ciencia que funciona como efecto placebo. El tratamiento dura años, asique es obvio que el paciente se hubiera curado solo con o sin el Psicoanálisis, y algunos (como es mi caso) ni aun en 10 años tratamiento pudo lograr nada con las experiencias y anhelos del alma, ya que el hombre enferma del alma, no del cerebro. El Psicoanálisis se olvida que la mente es un mecanismo físico utilizado por el Yo (alma, espíritu, Yo Superior o Thetán, según la filosofía que se aplique).
El cerebro y la mente son simplemente máquinas. El que piensa es el espíritu. Sostener que el cerebro y la mente piensan, como hace la Psiquiatría y el Psicoanálisis, es algo tan absurdo como confundir el hardware y el software de la computadora, con el operador que la maneja. Además, el espíritu no necesita del cerebro ni de la mente para pensar, ya que es su función inherente. Espíritu y pensamiento son sinónimos.
Si el cerebro pensara, bastaría con diseccionarlo para encontrarse con los pensamientos.
En realidad, el que piensa es el espíritu, porque la mente, el cerebro y el cuerpo son simplemente máquinas que le permiten operar en el plano físico. El espíritu es independiente de la materia y no necesita del cerebro para pensar.
Existen pensamientos diferentes porque todos somos espíritus diferentes y únicos. No se puede atribuir la diferencia de pensamientos entre los encarnados a la química del cerebro, entonces, y recurrir el analista entonces a la Psiquiatría para que a través de la medicación el paciente cambie su forma de pensar; pueden dejarlo boludo al paciente y que no moleste, algo paliativo, pero el problema sigue existiendo.
Por lo tanto, la única curación válida es la que rehabilita el alma o espíritu.
De hecho la palabra “psicología”, viene del griego “psique” que significa alma o Yo superior; mientras que en la Universidad Publica o Privada cuando vas a cursar Psicología, lo primero que te enseñan es que estudiamos la mente, el alma no existe.
“No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales teniendo una experiencia humana”. Teilhard de Chardin.

La técnica de la libre asociación mencionados por Freud es sólo superficialmente terapéutica. Se ha establecido científicamente, que es en absoluto imposible erradicar los conflictos del pasado de una persona haciendo que evoque sus recuerdos interminablemente, porque su problema es que no se da cuenta de su problema, es decir que su problema esta en su inconsciente y al no darse cuenta de el/ellos vive perturbado en el presente, y éstos no están al alcance de su recuerdo consciente, necesitándose de una técnica especial para llegar a ellos (que el Psicoanálisis obviamente no posee). Al inconsciente no se le habla desde la mente analítica o consciente, sino en su idioma.

Con respecto a la evaluación, lo correcto no es evaluar al paciente, sino conducirlo en ciertas direcciones de modo que haga determinados descubrimientos por sí mismo y pueda así darse cuenta de las cosas, para tener una visión más correcta de ellas.

Otro de los errores fundamentales del Psicoanálisis ha sido su dependencia del hipnotismo.
El hipnotismo no es otra cosa que la creencia de que el paciente tiene que estar en un estado de coma o inconsciente, antes de que se le pueda ayudar en algo.
Una buena terapia debería despertar a la gente, hacerla más alerta, más capaz, más feliz, más competente. El hipnotismo es la antítesis de esto.

Mario Bunge (físico, filósofo de la ciencia y humanista argentino) en su crítica al Psicoanálisis, dice que el Psicoanálisis no tiene pruebas empíricas suficientes ni los requisitos mínimos aceptados por la comunidad científica internacional, para considerar al Psicoanálisis a una investigación es científica. Bunge considera que el psicoanálisis es una pseudo ciencia.
Para poder ser sometida a contrastación empírica una idea debe ser refutable. Es decir, ha de ser posible imaginar un dato empírico que, si resultase verdadero, refutaría la idea en cuestión. Pues bien, una de las críticas al psicoanálisis más difundidas —y que Bunge comparte— es que gran parte de sus hipótesis son irrefutables.
Esta hipótesis es irrefutable porque si un sueño determinado contiene elementos sexuales está claro que la hipótesis se confirma. Pero también ocurre que cuando el sueño no contiene ningún elemento sexual ostensible, el psicoanalista lo da por supuesto y justifica su actitud recurriendo al supuesto de que el contenido sexual está latente. Desde luego, lo latente es muy difícil de registrar empíricamente.
Otro ejemplo es el de la atracción sexual de los niños por los padres del sexo opuesto y la correspondiente represión. Para el psicoanálisis, sostiene Bunge, tanto da que uno haga A o B. Si hace A, es prueba de que se siente atraído sexualmente por, digamos, su madre. Si hace B, no significa que la atracción no exista, simplemente está reprimida. Claramente, la latencia y la represión funcionan inmunizando contra la experiencia a las hipótesis del contenido sexual de los sueños y la atracción por el padre del sexo opuesto respectivamente. O sea, no hay ningún dato imaginable que pueda refutar estas hipótesis psicoanalíticas.


Por lo tanto, podemos afirmar luego de estas pruebas teóricas y empíricas, que el Psicoanálisis es una seudo-ciencia, una teoría muerta que tiene tantos adeptos, en especial en la Argentina, porque esta basado en la experiencia del duelo interminable reflejado en el folklore argentino: el tango. Y no porque sea una terapia exitosa, sino que pertenece mas a la creencia o ideología, que a una ciencia.

“Un problema resuelto por otro no te hará más maduro
"El psicoanálisis sólo te ayuda a readaptarte. No es una transformación: eso por un lado. Y por otro, con el psicoanálisis te haces dependiente.

Necesitas un experto, y ese experto lo hará todo. Te llevará tres, cuatro o incluso cinco años si el problema es muy profundo, y te harás dependiente; no crecerás. Por el contrario, serás cada día más dependiente. Necesitarás al psicoanalista todos los días, o dos o tres veces a la semana. Si no lo ves un día, te sientes perdido. Si dejas el psicoanálisis, te sientes perdido. Llega a ser como un estupefaciente, como el alcohol.

Empiezas a depender de alguien, alguien que es experto. Puedes contarle tu problema y él lo resolverá. Hablará contigo y sacará las raíces inconscientes; pero lo hará él, mientras que el problema lo resolverá otro.

Has de recordar que un problema resuelto por otro no te hará más maduro. Un problema resuelto por otro puede hacer más maduro a quien lo resuelve, pero no te hará más maduro a ti. Incluso puedes hacerte más inmaduro, y siempre que surja un problema necesitarás el consejo de un experto, el consejo de un profesional. Y yo no creo que ni siquiera los psicoanalistas maduren mediante tus problemas, porque ellos acuden a otros psicoanalistas para psicoanalizarse. También ellos tienen problemas. Resuelven tus problemas pero no pueden resolver los suyos".

Osho, El libro del ego

Critica a la Psiquiatría.


La teoría materialista que niega la existencia de un Creador comenzó con Charles Darwin y siguió con la Psiquiatría. Esta teoría dice que el hombre es sólo materia y podía ser comprendido con estudiar cosas materiales provino de Wilhelm Wundt. A pesar de que Wundt nunca probó ninguna de sus teorías había nacido la escuela de psicología experimental: todo era cuestión de células cerebrales. El hombre, no es más que un animal que puede ser examinado en el laboratorio de la misma forma que una rana o un ratón.
La premisa básica de la Psiquiatría afirmaba:
1) el hombre es un animal (de ahí los experimentos que se hacían con animales);
2) toda la actividad mental se origina en el cerebro (por eso se usaban tratamientos físicos para este órgano como la solución primaria);
3) el hombre responde a estímulos del entorno (en consecuencia su comportamiento puede manipularse mediante estos estímulos).
Nunca han descubierto que el cerebro sólo es un vehículo físico de la psique o alma y que el hombre es un ser espiritual.


El tratamiento psiquiátrico se basa fundamentalmente en la adaptación: “Un hombre es cuerdo en la medida en que se adapta al mundo”. la Psiquiatría reduce al hombre al nivel de los animales. Los animales, adaptándose al mundo, desde tiempos inmemoriales viven siempre de la misma manera, el hombre, adaptando el mundo a sí mismo, ha pasado del fuego a las monumentales represas que hoy son la gloria de la humanidad.
El electroshock, las camisas de fuerza, el aislamiento, los cócteles químicos, y métodos similares siguen precisamente la concepción psiquiátrica del adaptamiento. Para la Psiquiatría un hombre está curado cuando puede ser manipulado y sometido como un animal. Es decir, cuando es un perfecto zombi y no piensa por si mismo.
A pesar de que ninguno de los postulados de la Psiquiatría fue probado científicamente, sin embargo recibe el apoyo económico de los gobiernos. La razón es obvia: cuanto más el hombre se transforme en un zombi, más fácil podrá ser manipulado.


La Psiquiatría es una de las profesiones donde en mayor medida los derechos humanos se violan. Y sin embargo ha logrado que los gobiernos la subsidien con grandes sumas de dinero, y le han dado asi un poder omnipotente en la sociedad.
Uno de esos abusos, que ha llegado a la APA (Asociación de Psiquiatras de América) es el “abuso sexual” de los pacientes.
En los últimos diez años, la A.P.A. ha suspendido o expulsado sólo a 113 psiquiatras por abusar de sus pacientes.
La explotación sexual de los pacientes, ya sean hombres, mujeres o niños, es un problema creciente entre psiquiatras y psicólogos del que no se había hablado debido al control tan especial y poderoso que los profesionales de la salud mental tienen sobre sus pacientes.
Menos del 5 % de los pacientes atacados sexualmente por sus terapeutas hacen algo en su contra. Y se han registrado casos en que los psiquiatras han usado sus instrumentos de trabajo, el electrochoque y los sedantes fuertes, para silenciar a los pacientes de quienes han abusado sexualmente.

Otro abuso de la Psiquiatría son los seguros. Se sabe que hay instituciones que contrataban "buscadores de fortunas" para que secuestraran pacientes que pudieran retener contra su voluntad; hacían esto para obtener el dinero de sus seguros.
La información de la CCHR ha ayudado en estas investigaciones. En 1992 diez compañías de seguros levantaron demandas por fraude contra Empresas Medicas Nacionales y por pisotear los derechos de los pacientes mentales.


Después de setenta años de investigación y praxis siquiátrica, todavía no existe una prueba de laboratorio para la esquizofrenia o cualquiera de los otros trescientos trastornos del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM). Este manual es básicamente una lista de juicios morales clasicistas sobre conductas supuestamente anormales, publicado y propagado por la Asociación Psiquiátrica Americana (APA).
Los “trastornos psiquiátricos” no son enfermedades medicas. En la medicina para dar el nombre de enfermedad a una condición hay un criterio: debe comprobarse un grupo predecible de síntomas, la causa de estos síntomas o una comprensión de su fisiología.
Nunca se ha comprobado que una enfermedad mental exista médicamente porque no cumple ninguno de estos requisitos. Es por esto que la Psiquiatría trata con “trastornos” y no enfermedades, ya que no hay pruebas biológicas ni un análisis de sangre para demostrar la presencia de una enfermedad mental como lo hay para una corporal. Los “trastorno mentales” son síntomas que padecen en común varios pacientes pero carecen de una causa conocida o de una fisiología.
La Asociación Mundial Psiquiatrita admite que los psiquiatras no conocen las causas ni las curas de ningún trastorno mental, solo tienen opiniones y carecen de toda base científicas para ellos (¿?)
La teoría de que los trastornos mentales se originan debido a un desequilibrio químico en el cerebro es una opinión no comprobada, no es un hecho, no existe evidencia biológica porque no existen pruebas para evaluar el estado químico del cerebro de una persona viva ; pero si es de importancia para la industria farmacéutica con su venta de drogas psicotrópicas.
Esto es porque se olvidan que el cerebro no es la causa real de las aberraciones mentales ni los problemas de la vida.

La Psiquiatría fomenta el racismo:

Durante siglos la Psiquiatría y la Psicología han utilizado una justificación “científica” para el racismo, basándose en el “principio de supervivencia del más apto” en que se basa el movimiento de la eugenesia (o buen linaje) de la psiquiatría en el mejoramiento de la raza. Sus resultados: abusos, ataques y genocidios de razas y grupos.
En 1883 el primo de Darwin, el psicólogo Galton, fomento el uso del mejor linaje humano para procrear, diciendo que la raza negra de África era inferior, insistiendo en que no tuvieran hijos con ellos.
Los psiquiatras nazis y del movimiento americano adoptaron esta idea. Primero se utilizo para justificar la esclavitud, y luego para justificar que los inmigrantes del sudeste de Europa tenían un gen del mal linaje y fueran mas propensos a robos, violaciones, asaltos, etc.
Benjamín Rush “padre de la psiquiatría americana hasta el día de hoy” declaro que la causa del color de los negros era una rara enfermedad hereditaria llamada “negritud” derivada de la lepra. Rush dijo que la única forma de curarla era cuando el color de la piel se volviera blanco.
Esto se utilizo como segregación para que los blancos no se contaminaran.
En 1851, Cartwrigth que era medico, dijo haber encontrado dos enfermedades mentales de los negros que justificaba que se les esclavice. Una de ellas se llamaba “drapetomia” que era el impulso de huir de sus amos, el tratamiento era sacarle a latigazos los demonios.
En 1879 el psicólogo alemán Wundt, padre de la psicología convencional actual, pública la prueba científica para la eugenesia y el racismo, diciendo que como el alma no podía medirse con instrumentos científicos, no existía. De este modo el hombre es convertido en un animal que puede ser manipulado igual que un perro al salivar con el sonido de una campana. La psicología “moderna” y la psiquiatría están basadas en estos supuestos de Wundt.
En 1885, el psiquiatra alemán Ploetz publico sus teorías sobre la inferioridad de las razas. Llamo a su teoría higiene racial.
Años mas tarde Hitler y su regimiento nazi utilizarían estos postulados de la eugenesia y el racismo para decidir quienes eran los débiles y que hacer con ellos. Y no solo en Alemania sino también hizo estragos esta teoría del racismo en Estados Unidos y el África con la inferioridad de la raza negra y de los aborígenes o nativos, creando asi la opresión de las minorías en muchas generaciones futuras.
El daño de estos supuestos hombres de ciencia, de Darwin (que también era psicólogo) y demás psicólogos y psiquiatras, es incalculable en nuestros días.
Los Test de inteligencia fueron otro medio para preservar y fomentar las teorías raciales.
El 1950 el psicólogo Terman, afirmo que los niños pobres nunca podrían ser educados y que no se debía permitir que los mexicanos, indios y negros tuvieran hijos. También se usaron los test contra los italianos, polacos y mexicanos para que no entraran en Estados Unidos y “mancharan” la sangre blanca.
Margaret Sanger ofreció una solución: la esterilización como solución a la pobreza. Asi planeaba exterminar la raza negra.
Actualmente, en 1994 en el libro de Murray y Hernsstein llamado
La curva de la campana, afirman que los afroamericanos y los hispanos tenían peores resultados que los blancos en los test de inteligencia, que están genéticamente discapacitados y por lo tanto no pueden hacer frente a la demanda de la sociedad moderna.
Propusieron la reproducción selectiva para evitar la estupidez.
De esta forma, proponiendo enfermedades raciales y utilizando los test de inteligencia, la psicología y la psiquiatría han estados fomentando el racismo, la eugenesia y los genocidios por años.

Mucho antes de la Segunda Guerra Mundial los psiquiatras ya habían justificado científicamente la eutanasia (“matar por misericordia”) basándose en la “inferioridad racial”. Asi se debía matar a los débiles mentales y a los moribundos con drogas medicas, alegando que no era asesinato sino un acto de piedad (¿?)
Rudin fue el que propulso la ley alemana (1933) de esterilización de judíos y niños de color. Más de 350.000 alemanes “incompetentes” fueron esterilizados.
En 1940 en Branderburgo se hizo la primera experimentación de eutanasia a pacientes psiquiátricos: 18 pacientes fueron asesinados mientras los psiquiatras observaban el “éxito”, luego se aplico la eutanasia a 300.000 personas con “deficiencias mentales” de Alemania bajo las manos de los psiquiatras. Lo siguiente fue el Holocausto.
“Solo el Fuhrer hizo realidad nuestro sueño de mas de treinta años:
Aplicar la higiene racial a nuestra sociedad”. (Ernst Rudin, profesor de psiquiatría, comisionado de la Sociedad Alemana de Higiene Racial, 1943).

Apartheid: influencia de la Psicología y la Psiquiatría en Sudáfrica.

El primer ministro de Sudáfrica, Hendric Verwoerd que es psicólogo y europeo, estudio en las Universidades Alemanas cuando los psiquiatras estaban legalizando la higiene racial. En esta época la eugenesia alemana clasificaba a los negros como “poco inteligentes, pero hábiles físicamente, que viven en la pobreza por condiciones de inferioridad genética” (libro Final solución: biology, prejudice and genocide de Richard Lerner).
De esta forma los psicólogos y psiquiatras sudafricanos nazis le ofrecieron al gobierno fundamentos “científicos” para negarles a los sudafricanos educación y empleo y asi destruir sus familias.
También durante más de 30 años se encerró en psiquiátricos a pacientes negros en contra de su voluntad, se les sometió a drogas en exceso y se les aplico dolorosos electroshocks sin anestesia, porque los anestésicos eran muy caros para usarlos con los negros.
Y se les mandaba a trabajar en condiciones terribles y sin remuneración en trabajos manuales como “terapia ocupacional”.
Cuando el Apartheid termino, ya que durante el era un crimen informar en contra de los psiquiátricos, la CCDH (Comisión Ciudadana de los Derechos Humanos), investigo en los psiquiátricos sudafricanos y descubrió que hubo graves abusos a los pacientes, certificados de defunción falsos y maltratos general de pacientes. En 1997 la CCDH presento estas investigaciones a la Sociedad Psicológica de Sudáfrica quien finalmente admitió que sus estudios psicológicos se diseñaron para desacreditar a los negros como inferiores en lo intelectual. Pero llevara mucho tiempo rectificar los abusos del Apartheid y sus consecuencias actuales.
Por ejemplo, en 1950 en Estados Unidos los psiquiatras utilizaban electrodos en los prisioneros negros y psicocirugias, argumentando que los negros eran mas baratos que los gatos para experimentar porque se los encontraban en todos lados.45 (¿?)
También se experimento con afroamericanos el LSD en los 60, y con una droga experimental para la guerra química, BZ, que era 100 veces mas fuerte que el LSD y los mantuvieron alucinando por 77 días consecutivos.
En los años 70 en Instituto de Neuropsiquiatría de la Universidad de los Ángeles presento la “Iniciativa Violencia” que se encargaría de mostrar que los ofensores serian sometidos a lobotomía y castración química. Los blancos eran dos preparatorios de afroamericanos y otro de hispanos. Los reclamos de la CCDH hicieron que se detuvieran esta investigación y sus fondos.
En 1992 el psiquiatra Goodwin comparo a la juventud negra con simios que viven en una jungla sexualmente hiperactivos e hiperagresivos.
Hoy en día los psiquiatras y psicólogos estadounidenses tienen el atrevimiento de pedir al gobierno fondos para investigaciones ya que el numero entre afroamericanos, indios nativos de América e hispanos de “enfermos mentales” es muy alto. El método de “sacarles el diablo a latigazos” fue reemplazado por la psicocirugia, electroshoks y drogas químicas que nublan la mente y, que trajeron aparejados más crímenes, analfabetismo y desempleo. Pero oprimir a una raza y luego etiquetar su reacción como “enfermedad mental” es moralmente errónea y fraudulenta.
La Psiquiatría hospitalaria con su política de control de internos mediante programas de modificación de conducta de alto riesgo, "tratamientos" biológicos, sujetadores físicos y mecánicos, puertas cerradas y pabellones, además de los cuartos de reclusión y aislamiento, siempre ha exhibido características fascistas. Quisiera enfocarme en tres: el temor, la fuerza y el fraude. Éstos son los principios que guían la política en el control de aquellos ciudadanos y grupos cuyo gobierno y autoridades, incluyendo la policía y los llamados expertos en salud mental, juzgan como disidentes, problemáticos o difíciles de controlar. La Psiquiatría hospitalaria es muy similar al sistema de una prisión.
Tanto el sistema psiquiátrico como el sistema carcelario sistemáticamente usan el temor, la fuerza y el fraude con fines de control social y de castigo - no para tratar o rehabilitar, palabras que son eufemismos. Es obvio, o al menos debiera serlo, que el tratamiento forzado es, de hecho, castigo.
Virtualmente todos los tratamientos en los servicios psiquiátricos son forzados o se administran sin el consentimiento. Se administran contra la voluntad del "paciente" - un prisionero en realidad - y se obtienen mediante la amenaza de represalias más graves. Y cuando se obtiene su consentimiento, se hace manteniendo al "paciente" ignorante de los graves riesgos y de las alternativas que podría tener. Hablar de consentimiento informado en la Psiquiatría es una burla: no existe.
"El terror actúa poderosamente sobre el cuerpo a través de la mente y debe emplearse para curar la locura. El temor es acompañado del dolor, y la sensación de ignominia algunas veces ha curado la enfermedad". Eso fue escrito en 1818 por el Dr. Benjamín Rush, el actual padre de la Psiquiatría americana y el primer presidente de la APA, cuyo rostro aún aparece en el sello oficial de la APA. El Dr. Rush era un partidario del terror mediante la camisa de fuerza, la silla tranquilizante y el "temor de morir" de muchos internos en asilos para lunáticos en el siglo diecinueve. Rush encarceló a su propio hijo en uno de sus asilos. ¡Menudo padre!
En la institución, el psiquiatra generalmente recurre al chantaje para controlar a los pacientes más "incontrolables" o rebeldes. Los psiquiatras y terapeutas amenazan a sus pacientes con encarcelamientos más prolongados o con dosis más altas de neurolépticos o "antidepresivos" y/o amenazan con transferencias a instituciones de máxima seguridad si uno no se comporta, falla en obedecer las órdenes del doctor, rehúsa tomar los "medicamentos" o seguir las reglas de la institución o hacer cualquier cosa que moleste a los carceleros. Estas amenazas dirigidas a los pacientes involuntarios y cautivos generalmente infunden temor en muchos de ellos, y los Psiquiatras lo saben.
Las drogas psiquiatricas tienen muchos efectos minusvalidantes llamados "efectos secundarios" para minimizar lo que en realidad son, efectos tales como: temblores o movimientos incontrolados en las manos y en otras partes del cuerpo (cosas que ocurre en los trastornos neurológicos como el parkinsonismo o la disquinesia tardía), calambres musculares, visión borrosa, pasearse por ansia, pesadillas, súbitas explosiones de enojo, agitación, pérdida de memoria, desmayos, trastornos en la sangre, ataques epilépticos y muerte repentina. Ahora bien, los así llamados efectos secundarios son el propósito de estas drogas. El temor a las drogas psiquiátricas se basa en la ignorancia e incertidumbre porque los psiquiatras y los demás médicos omiten informarles a los pacientes de los horribles efectos de estas drogas.
Sin el uso o la amenaza de fuerza la institución psiquiátrica moriría: muchos psiquiatras se encontrarían desempleados .La Psiquiatría obtiene su autoridad y poder del Estado con el fin de forzar, encarcelar, internar involuntariamente y amenazar a los individuos contra su voluntad. Se encuentran legalmente sancionadas por el Estado de usar la fuerza para detener o encarcelar a la gente por lapsos de días, semanas o años. Infortunadamente, nunca ha habido una protesta pública respecto al hecho que la gente juzgada o creída loca o peligrosa, pero sin que se les acuse de un crimen específico, puedan ser encerradas sin juicio legal (aquellos que son acusados de crímenes como asesinato o violación sí tienen derecho a un juicio legal). A esto se le llama detención preventiva: algo ilegal en Canadá y en otros países democráticos, pero legal y común en todos los estados policíacos y países comunistas. En lo personal, no sé de un litigio sobre este internamiento involuntario e inconstitucional: la detención preventiva.


Gordon Thomas, un veterano corresponsal internacional de la BBC, además de escritor, ha dicho que los psiquiatras así como los psicólogos son la gente que ha puesto sus conocimientos y drogas al servicio del terrorismo.
En los años 80, se entregaban anfetaminas a los bombarderos suicidas en Oriente Medio. Hoy en día, el Dr. Ariel Merari, un psicólogo de la universidad de Tel Aviv, informa de que los bombarderos suicidas pasan por una indoctrinación psicológica dirigida a motivarles a traspasar el "punto de no retorno". Más recientemente en la guerra civil de Sierra Leona, niños de tan sólo 7 años de edad fueron drogados con cocaína, anfetaminas y otras drogas para prepararles para el combate. El resultado, dicen, es que así podían dedicarse a sus correrías asesinas durante varios días sin parar.
Las drogas psicotrópicas también han sido una herramienta de los Talibán. Un hospital que era mantenido y suministrado por los Talibán en Jalalabad, por ejemplo, administró a todos sus internos Torazina *7 , que es un psicofármaco tan potente que ha recibido el nombre de "lobotomía química".
Las drogas antidepresivas, por el contrario, además de zombizar al enfermo, como no eliminan a la enfermedad, provocan que la mente invente otra. Esto es ignorado olímpicamente por el psiquiatra.
Las clasificaciones que hace la Psiquiatría de los trastornos mentales son ilimitadas y algo de nunca acabar, y para colmo de males estos profesionales de la mentira constantemente inventan nuevos males y por supuesto también inventa las drogas correspondientes a esos males inventados.
La Psiquiatría, digámoslo con todas las letras, es uno de los más denigrantes negocios sucios en la historia de la humanidad, una verdadera lacra social, y la razón es, lisa y llanamente, porque trafica con la enfermedad sin siquiera darle la más mínima solución.

Drogas psiquiatricas:

Prescriptas para cualquier cosa, desde problemas de aprendizaje a problemas de comportamiento, orinarse en la cama en los niños, problemas de violencia juvenil, agresión, drogadicción, fumar, manejo de miedo y hasta problemas de los abuelos, desde la cuna hasta la tumba, los psiquiatras se han encargado de crear un ejército de zombis drogadictos desde temprana edad.
Existen como remedio universal en las escuelas, colegios, centro de rehabilitación para adictos, prisiones, y en asilos de ancianos.
Las drogas psiquiatricas no hacen que desaparezca el síntoma, sino que al tratar de suprimirlo, y entonces el síntoma reaparece una vez que ha pasado el efecto de la droga. Como las drogas ilicitas solo ofrecen un una salida temporal de los problemas de la vida.
Las píldoras psiquiatritas no curan y encima tiene horrendos efectos secundarios similares a las drogas mas adictivas ilegales como la cocaína y heroína, ya que debido a sus propiedades adictivas y psicotrópicas (que alteran la mente) llegan a arruinar la vida de las personas llegando muchas de ellas al suicidio, por ejemplo, luego de haber ingerido antidepresivos así lo demuestra la historia.
A principios de los 1900 se recetaban barbitúricos (sedante-hipnótico) para controlar el comportamiento de los pacientes. En 1978 la Comisión de Drogas y Narcóticos de Estados Unidos restringió su uso por ser mas peligrosos que la heroína.
En los años 1930 se promocionaban las anfetaminas como antidepresivos, ocultándose a los consumidores sus efectos adictivos y sicóticos.
En el 1943 se receta el LSD para curar esquizofrenias, trastornos de conducta criminal, perversiones sexuales y alcoholismo. La información oculta contenía pánicos, alucinaciones, confusión toxica, despersonalización y malformaciones en los recién nacidos.
En los años 1960 aparecieron las benzodiacepinas o tranquilizantes menores sin advertir al público de su adicción.
También aparece el Ritalin, un estimulante parecido a la cocaína y que se uso en un principio para salir del coma por ingesta de barbitúricos, fue usado para problemas de conducta infantil o hiperactividad (¿?)
En los años 80 y 90 aparecen los antidepresivos, Inhibidores Selectivos de la Recaptacion de Serotonina. Catorce años después se les advierte a los pacientes de los efectos secundarios con desordenes neurofisiológicos (daño cerebral) y disfunciones sexuales.
Hoy en dia se les receta al menos a 17 millones de personas tranquilizantes, con una gran cantidad de ellos adictos a los tranquilizantes menores.
Los peligrosos fármacos psicotrópicos para la depresión, estrés, ansiedad, hiperactividad y tdah alimentan una industria psiquiatrica de 330 mil millones de dólares sin una sola cura y con un alto coste en vidas humanas, matando más de 42.000 personas cada año y dañanando a muchísimas más.
Para que un doctor recete una droga, tiene que haber alguna clase de diagnostico acordado, algún estandar mediante el cual se actúa, el cual incluiría síntomas físicos legítimos acordados. Nada de esto sucede en la psiquiatría. En psiquiatría no tiene prueba ni la causa fisiológica para ningún diagnostico psiquiátrico, por eso le llama a los diagnósticos desordenes, porque ninguno de ellos son enfermedades establecidas.
El DMS (Manual de Diagnósticos de Desordenes Mentales) que actualmente enlista 374 desordenes mentales, es un fraude porque no ha logrado ninguna calificación científica en ningún grupo profesional excepto con los psiquiatras mismos.
Lo que los psiquiatras hacen es medicalizar muchos problemas que no tienen causas biológicas demostrables. El negocio de la psiquiatría es buscar nuevos desordenes para las drogas existentes.
Muchos médicos honorables llegaron al consenso que no existe ninguna evidencia científica que pruebe que los desordenes mentales son enfermedades basadas en una anomalía en el cerebro o en un desequilibrio bioquimico en el cerebro, no hay pruebas de laboratorio. Lo que hace la psiquiatría es medicar drogas afirmando que reparan la desproporción química en el cerebro. Lo cual es falso. No hay base científica para drogar a la gente.
Gracias al diagnostico en niños de edad escolar del TDAH (Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) son drogados por drogas mas fuertes que la cocaína desde temprana edad, para una enfermedad que todavía no se prueba. Los efectos secundarios de dejar estas fuertes drogas llevo en muchos casos, al suicidio.
Han convertido al mundo en una cultura drogada, suicida, adicta y por ende violenta.


La lobotomía integra un conjunto de intervenciones quirúrgicas que se realizan en el cerebro de las personas sobre la base de que la búsqueda de las causas del comportamiento debe hacerse no a nivel de la conciencia sino en la fisiología del sistema nervioso, partiendo de la posibilidad de localizar las funciones psíquicas de aquél órgano.
La psicocirugia en esquizofrénicos atacados de crisis o neurosis obsesivas, la realizada por electrocoagulación en ciertas partes del hipotálamo en niños hiperactivos, la destrucción de la amígdala cerebral en los epilépticos, etc., sólo significa, como acertadamente lo han señalado sus críticos, la supresión de los síntomas del comportamiento, no la enfermedad en sí.
No obstante, aún se practica en Estados Unidos, Canadá, España, Australia, Dinamarca, Finlandia, suiza, Noruega, república Federal alemana, Tailandia, India, Japón, Francia e Inglaterra.



La psiquiatría forense es otro absurdo, en el caso DAHMER (el carnicero de Melwaukeee) que drogaba a sus víctimas, abusaba sexualmente de ellas y luego las devoraba. Las partes sobrantes las conservaba en la heladera. Los psiquiatras que lo examinaron lo declararon cuerdo (???) o imputable y le dieron cadena perpetua.
Es obvio que una persona si esta plenamente consciente no puede realizar un acto tan aberrante. Esto debe haber sucedido en un momento que su mente consciente o racional dejo de funcionar.
A Dahmer , por supuesto, el examen psiquiátrico se lo hicieron cuando estaba consciente y de ahí que el diagnóstico absurdo fue que en el momento del crimen había comprendido la criminalidad del acto.

Con respecto a la rehabilitación de drogas, ES TODO UN FRAUDE!!!. Porque la drogadicción no es una enfermedad.
Personalmente he conocido a adictos que habían pasado por todos programas de rehabilitación, en forma voluntaria, durante mas de 15 años y han fracasado, y te dicen que ninguno funciona. Hasta les hicieron creer que eran enfermos incurables porque tenían un desequilibrio químico en el cerebro.
Hoy en dia, en los programas de rehabilitación el consenso implícito es que la drogadicción es incurable y es algo con lo que el adicto tendrá que aprender a vivir y morir. Pero hay que considerar que durante mucho tiempo los psiquiatras han propagado las drogas peligrosas diciendo en un principio que eran inofensivas. Por ejemplo en los 60 con el LSD entre estudiantes universitarios, luego con la cocaína, ellos decían en un principio que no era adictiva, y finalmente con el éxtasis utilizándolo como “medicamento” contra el alcoholismo y las drogas (¿?). De esta forma “legalizaron” e hicieron populares drogas adictivas y peligrosas en la sociedad.
Osea, el fracaso contra la guerra de las drogas se debe a la incapacidad para frenar al vendedor de drogas más peligroso de todos los tiempos: el psiquiatra. Y lo mas irónico es que los psiquiatras son los encargados de “curar” al drogadicto recetándole nuevas drogas (¿?) y sin nunca haber demostrado resultados tras los miles de millones que los gobiernos y legislaturas le han asignado
Estas drogas que le dan al adicto con una receta para su “cura”, simplemente adormecen sus sentidos de la misma manera en que antes lo hizo su comportamiento adictivo y no permiten asi superar la adicción con éxito. Los ansiolíticos y antidepresivos que les prescriben los psiquiatras al adicto para equilibrar la química de cerebro y reducir las ansias de consumir drogas “ilegales”, con drogas “legales” tan adictivas como la heroína y cocaína cuando se intentan dejar de consumir se ven los efectos secundarios que duran meses, y muchos antidepresivos llevan al suicidio, se ha comprobado. Asi el adicto pasa de la adicción de una “ilegal” a una droga “legal” con sus mismos efectos o mas nocivos.
Sigue siendo un esclavo de la dosis diaria.
Por ejemplo, uno de las drogas mas utilizados para que el adicto no sufra de abstinencia se llama Clonazepam. Es un ansiolítico para los Trastornos de ansiedad y pánico. Aunque se advierte que esta benzodiazepina puede traer dependencia, y efectos secundarios como alucinaciones, calambres musculares y abdominales, trastorno de la conducta, temblores, sudoración, agitación, insomnio, “psicosis”, “convulsiones”, “intentos suicidas”, “comportamiento agresivo”, ansiedad, mareos, visión borrosa, anorexia, anemia, palpitaciones, deshidratación, etc, etc, etc ; vemos que si dejamos de consumir este “ansiolítico menor”, que aun es recetado en niños con espasmos, la abstinencia es mucho mayor que la de cualquier droga ilegal como la cocaína, o mas parecida a la heroína y morfina. Hoy en dia el clonazepam, o más conocido como Rivotril, es una droga que se toma como una aspirina.
Reemplazar una droga ilegal por otra legal con peores consecuencias secundarias, no es la cura del adicto, sino una trampa mortal, es un sadismo total por parte de los psiquiatras.
El tratamiento para la adiccion es una mina de oro para la industria de la psicología, que ha argumentado, que el seguro de salud deberia cubrir el tratamiento de este “trastorno”.
Pero que el psiquiatra defina a la drogadicción como enfermedad mental, producida por un desequilibrio quimico en el cerebro, basadas en las ultimas investigaciones de las neurociencias gracias a las tecnicas de imágenes para el diagnostico y agentes farmacologicos para el tratamiento, le da la excusa de medicar, cuando esto nunca fue comprobado. Todavía no se ha comprobado que ninguna de las 374 “enfermedades mentales” citadas en el manual de diganostico de los psiquiatras, tengan una base neurologica o biológica o genética.

Personas vulnerables que han buscado la ayuda de psiquiatras y psicólogos han sido falsamente diagnosticadas y obligadas a someterse de forma involuntaria a métodos psiquiátricos a menudo dañinos. Miles y miles han muerto. Por otra parte, los fármacos psicotrópicos alimentan una industria psiquiátrica de 330 mil millones de dólares, sin una sola cura, mientras que el coste en cuanto a vidas humanas es aun mayor; estos fármacos matan ahora unas 42.000 personas cada año, dañando a muchas más.
Estas son algunas de las estadísticas de la psiquiatría:
• Mueren una media de 76 pacientes al día sólo en centros psiquiátricos del otro lado del Atlántico.

• Cada 70 segundos, al menos un ciudadano es internado contra su voluntad en una institución psiquiátrica y se le trata con brutalidad.

• Existen en la actualidad 17.000.000, sí, diecisiete millones de niños en todo el mundo que toman drogas psiquiátricas peligrosas que alteran la mente.

• Se estima que unas 300 personas mueren cada año como resultado de una “terapia” de electroshock, de las cuales el 80% son ancianos.



Referencias: 1) Mi experiencia personal durante mas de 10 años.

2) Comisión Ciudadana de Derechos Humanos:

http://www.ccdh.es/es_folletos-psiquiatras.htm

3) Coalición de anti-psiquiatría.

http://www.antipsychiatry.org/espanol.htm

Por qué la Psiquiatría debe Abolirse como una Especialidad Médica.


La psiquiatría debe abolirse como una especialidad médica porque la educación médica no se necesita, ni es útil para aconsejar o realizar un diagnostico, porque la percepción de enfermedad mental como una entidad biológica está equivocada, porque los "tratamientos" de psiquiatría no son otra cosa que hacer “terapias” con drogas y electro-shock, provocando mas heridas en lugar de las ayudar a las personas, porque los médicos no-psiquiátricos son mas capaces que los psiquiatras para tratar las enfermedades del cerebro reales, y porque la aceptación de médicos no-psiquiátricos de psiquiatría como una especialidad médica, es en conjunto una reflexión pobre en la profesión médica.
No hay ninguna base biológica para el concepto de enfermedad mental, a pesar de las teorías especulativas que usted puede oír. El cerebro es un órgano del cuerpo, y no hay duda que pueda tener una enfermedad biologica o genetica, pero nada de lo que nosotros pensamos hoy como enfermedad mental se ha remontado a una enfermedad del cerebro. No hay ninguna prueba biológica válida que demuestre la presencia de cualquier enfermedad mental que mencionan los psiquiatras como tales. Lo que nosotros pensamos hoy como enfermedad mental es psicológico, no biológico. Pero el tratamiento que sigue en psiquiatría hoy es biológico, el tratamiento moderno psiquiátrico es tan insensato como intentar resolver un problema de software (psiquis) de computadora trabajando en el hardware (cerebro).
La baja estima de la psiquiatría ante los ojos de médicos que practican el cuidado de salud, en otras especialidades médicas, se ilustra en el libro La Fabricación de un Dr. Psiquiatra, libro autobiográfico de David Viscott que publicó en 1972 sobre lo que era ser un residente psiquiátrico (es decir, un médico entrenando para hacerse un psiquiatra): "Yo encontré que no importaba la amistad que yo consegui con los otros residentes, ellos tenian el parecer en que ser un psiquiatra era ser un charlatán o mago." Él cita a un médico que hace una residencia quirúrgica y dice "Ustedes los psiquiatras realmente son una excusa pobre para la profesión. Deberian sacar la psiquiatría de la escuela médica y deberian ponerla en la sección de arqueología o antropología con la otra brujería. ' `Yo siento de la misma manera, ' dijo George Maslow, un residente del obstetricia..." (pp. 84-87).
E. Torrey psiquiatra, comprendió esto y lo señaló en su libro La Muerte de la Psiquiatría (1974). En ese libro, el Dr. Torrey con claridad de percepción y expresión, así como de valor, señaló "por qué la psiquiatría en su forma presente es destructiva y por qué debe morirse." (Esta cita viene de la sinopsis de la tapa del libro.). El Dr. Torrey indica que muchos psiquiatras han empezado a comprender esto, que "Muchos psiquiatras han tenido, por lo menos hasta cierto punto, el desconcierto de sentir que lo que ellos han estado haciendo ha sido principalmente sin valor y que las premisas en las que ellos han basado sus vidas profesionales eran en parte fraudulentas" (pág. 199). Probablemente, la mayoría de los médicos quieren hacer algo que sea constructivo, pero la psiquiatría no es un campo en el que ellos pueden hacerlo, al menos como medicos.
El Dr. Torrey define que los psiquiatras tienen sólo dos opciones científicamente legítimas y constructivas: O limitan sus prácticas al diagnóstico y tratamiento de enfermedades del cerebro conocidas (que él dice "no es más del 5 por ciento de las personas que nosotros nos referimos como ' enfermo mental '" (pág. 176), abandonando la práctica de la psiquiatría a favor de la práctica realmente médica y quirúrgica en lugar de presumir enfermedades del cerebro probadas y probablemente inexistentes, - o se vuelve lo que Dr. Torrey llama a "tutores" (lo que yo llamo a “consejeros”) en el arte de vivir, pero abandonando su papel como médicos. Por supuesto, los psiquiatras, siendo médicos, también pueden volver a la práctica de cuidado de salud real haciéndose médicos familiares o calificando en otras especialidades.
En La Muerte de Psiquiatría, Torrey adelantó la idea que la mayoria de los pacientes en los psiquiatricos no tienen problemas médicos. '... ' Ellos tienen problemas interpersonales y personales y ellos necesitan que los aconsejen, pero ésa no es ninguna medicina - ésa es educación. Ahora, si usted trata a las personas con enfermedades del cerebro con la neurología y el resto con educación, no hay realmente necesidad de la psiquiatría '" (revista de Salud americana, 1991 de octubre, pág. 26).
En el libro Harvard, la ley Universitaria el profesor Alan M. Dershowitz ha dicho de la psiquiatría que "no es una disciplina científica" (Nueva York Times, 24 de mayo de 1982, pág. 11). Semejante especialidad de supuesto ciudado de la salud mental, no debe tolerarse dentro de la profesión médica.
No hay necesidad de una supuesta especialidad médica como la psiquiatría. Cuando enfermedades del cerebro reales o otros problemas biológicos se determinan, médicos especialistas del cuidado de la salud reales como los neurologos, y para problemas internos, los endocrinologos y los cirujanos para tratarlos. Personas que tienen problemas personales e interpersonales es mejor que sean aconsejados por especialistas en esos problemas como los “consejeros” o “psicologos”.
El Dr. Torrey finaliza diciendo: ' las enfermedades ' que eran una muestra para ser verdaderas enfermedades, como el mongolismo se le asignó a la pediatría; la epilepsia se volvio una de las preocupaciones de la neurología; y el delirio debido a las enfermedades infecciosas fue manejado por endocrinologos. ... Ninguna de las condiciones que nosotros llamamos ahora como ' las enfermedades metales ' tienen cambios estructurales o funcionales conocidos en el cerebro que se hayan verificado como causales. ... Esto es, una especialidad peculiar de la medicina" (La Muerte de la Psiquiatría, pág. 38-39).
El punto es que si los psiquiatras quieren tratar enfermedades del cerebro reales, ellos deben hacerse neurólogos, internistas, endocrinologos, cirujanos, en especialidades reales del cuidado de la salud - no como psiquiatras. El tratamiento de enfermedades del cerebro reales, se cae dentro del alcance de las otras especialidades. Históricamente, el tratamiento de las enfermedades del cerebro reales no han estado dentro del alcance de la psiquiatría. Es tiempo para detener la pretensión que la psiquiatría es un tipo de cuidado de la salud. La Tabla americana de Psiquiatría y Neurología debe renombrarse la Tabla americana de Neurología, y no debe haber más certificaciónes de especialidad en psiquiatría. Asociaciones que formalmente representan a médicos como la Asociación Médica americana y Asociación Osteopática americana y organizaciones similares en otros países, deben dejar de reconocer a la psiquiatría como una rama legítima de la profesión médica.


EL AUTOR, Lawrence Stevens, es un abogado cuya práctica ha incluido representar a los "pacientes" psiquiátricos. Sus folletos no se registran con propiedad literaria de autor. Siéntase libre para hacer copias.

Drogas siquiátricas: ¿medicina o curanderismo?


Las drogas siquiátricas son inútiles y la mayoría de ellas dañinas. Muchas causan permanentes daños cerebrales en las dosis que comúnmente se dan. Las drogas siquiátricas y la profesión que las promueve son un peligro para su salud.

ANTIDEPRESIVOS

El Libro de texto comprensivo de siquiatría IV dice: “Las drogas de tipo triciclo[1] son el tipo más efectivo de antidepresivos” (Williams & Wilkins, 1985, p. 1520). Pero en su libro Venciendo a la depresión el Dr. Andrew Stanway dice: “Si las drogas antidepresivas fueran realmente tan efectivas como se anuncia, los índices de ingreso a hospitales por depresión habrían disminuido los últimos veinte años en que han estado disponibles. Desgraciadamente, esto no ha ocurrido.... Muchas pruebas han mostrado que los triciclos apenas son más efectivas que los placebos, e incluso se ha encontrado que algunos no son tan efectivos que ese tipo de placebos o pastillas falsas” (Hamlyn Publ., 1981, pp. 159s). En su libro de texto Terapia electroconvulsiva, el Dr. Richard Abrams, profesor de siquiatría en la Escuela Médica de Chicago, explica la razón por la que actualizó su libro: “En estos seis años ha aumentado el interés en el ECT.[2] ¿Qué ha causado este cambio de actitud en la siquiatría americana? Quizás el desencanto con los antidepresivos. No se ha encontrado que ninguno sea terapéuticamente superior a la imipramina [un triciclo], que ya tiene treinta años, y los compuestos introducidos recientemente son menos efectivos o más tóxicos que las drogas de antaño (Oxford Univ. Press, 1988, p. xi). Abrams añade que “a pesar de los alegatos de los fabricantes, ningún progreso significativo en el tratamiento farmacológico de la depresión ha ocurrido desde la introducción de la imipramina en 1958” (p. 7). En el prólogo al libro de Abrams, el Dr. Max Fink, profesor de la Universidad de Nueva York en Stony Brook, mencionó la razón por la que el uso de la “terapia” del ECT ha incrementado para la depresión: se debe a lo que llama “desilusión de la eficacia de las drogas sicotrópicas” (p. vii). En su libro Drogas siquiátricas: un peligro para el cerebro, el Dr. Peter Breggin asevera: “La cuestión más importante sobre los antidepresivos más usados es que no producen un efecto específico. De igual manera que los neurolépticos hacia los que están emparentados, son altamente neurotóxicos e inhabilitantes del cerebro y logran su impacto por medio de interrumpir el funcionamiento normal del cerebro... Sólo la ‘opinión clínica’ de los que promueven estas drogas habla de efectos antidepresivos” (Springer Publ. Co., 1983, pp. 160 & 184). Un artículo de Newsweek dice que “el Prozac... y sus primos químicos Zoloft y Praxil no son más efectivos que los tratamientos anteriores de la depresión” (7 febrero 1994, p. 41). La mayoría de la gente con la que he hablado que han tomado antidepresivos, incluyendo Prozac, dicen que esas medicinas no les funcionaron. Esto arroja dudas sobre la afirmación que el sesenta por ciento de la gente que toma medicamentos supuestamente antidepresivos se mejora.

LITIO

Se dice que el litio ayuda a la gente cuyos humores cambian repetidamente de encontrarse en júbilo a desalentado y otra vez a júbilo, etc. Los siquiatras le llaman a esto trastorno maníaco depresivo o trastorno bipolar. El litio se prescribió por primera vez como droga siquiátrica en 1949 por un médico australiano, John Cade. De acuerdo con un texto de siquiatría: “Mientras experimentaba con animales, incidentalmente Cade notó que el litio hacía más letárgicos a los animales, de manera que comenzó a administrarle esta droga a los pacientes agitados”. El texto describe éste como “un momento crucial en la historia de la sicofarmacología” (Harold Kaplan y Benjamin Sadock, Siquiatría clínica, Williams & Wilkins, 1988, p. 342). Sin embargo, si no quieres encontrarte letárgico, tomar litio difícilmente te traerá beneficios. Una persona que cree en la terapia del litio admitirá que causa “un sentimiento ligeramente depresivo y generalmente letárgico” y le llamará “letargia estándar” causada por litio (Roger Williams, “¿Una decisión precipitada?: enfrentando las secuelas de un episodio maníaco depresivo” en la revista American Health, octubre 1991, p. 20). De igual manera, uno de mis parientes fue diagnosticado de maníaco depresivo y le dieron carbonato de litio. Años después me dijo: “El litio me sacó de encontrarme arriba pero no de las bajas”. No debe sorprender que una droga que induce letargia tenga este efecto. Increíblemente, algunas veces los siquiatras afirman que el litio mantiene al margen los sentimientos de depresión a pesar que el litio, como la mayoría de medicamentos siquiátricos, producen sentimientos de desgano e infelicidad (a pesar que se llamen “antidepresivos”).

TRANQUILIZANTES MENORES / MEDICAMENTOS CONTRA EL ANSIA

Entre las drogas siquiátricas más usadas están los llamadas tranquilizantes menores: Valium, Librium, Xanax y Halcion. Los médicos que las prescriben dicen que poseen un efecto calmante contra la ansiedad y que suprime estados de pánico, o que son buenas para dormir. Cualquier persona que crea esas cosas debe ir a la biblioteca más cercana y leer el artículo “Ansiedad alta” en la revista Consumer Report (enero 1993) o el capítulo 11 de Siquiatría tóxica del Dr. Peter Breggin (St. Martin Press, 1991): ambos documentos afirman lo opuesto. Como la mayoría de las drogas siquiátricas, los llamados tranquilizantes menores no curan nada sino son meramente drogas que bloquean el funcionamiento cerebral. En ciertas pruebas clínicas para un juicio, el 70 por ciento de las personas que toman Halcion “desarrollaron pérdida de memoria, depresión y paranoia” (“La compañía Upjohn defiende una controversial droga para dormir” en Miami Herald, 17 diciembre 1991, p. 13A). De acuerdo a Newsweek (17 febrero 1992) “cuatro países han prohibido completamente ese medicamento” (p, 58). En Siquiatría tóxica, Breggin, hablando de los tranquilizantes menores, dijo: “Como la mayor parte de los medicamentos siquiátricos, el uso del medicamento eventualmente causa un incremento en los mismos síntomas que se supone la droga debe aminorar.

MEDICAMENTOS SIQUIÁTRICOS CONTRA EL SUEÑO: EL SUEÑO DISTINGUIDO DE INCONCIENCIA INDUCIDA POR MEDICAMENTOS

Contrariamente al alegato que los tranquilizantes mayores y menores y los antidepresivos son buenos para dormir, el efecto es bloquear el verdadero sueño. Cuando presenciaba clases de siquiatría con un amigo estudiante, el profesor nos dijo: “Las investigaciones han mostrado que no necesitamos dormir, pero necesitamos soñar”. La fase del sueño es la parte crítica. La mayoría de las drogas siquiátricas, incluyendo las promovidas como medicamentos para dormir o tranquilizarse, inhiben la fase del soñar induciendo un estado que parece sueño pero que en realidad es un estado inconsciente sin sueños. En otras palabras, el sueño es una importante actividad mental que es detenida con la mayoría de las drogas siquiátricas. Una revista de autoayuda aconseja: “No tomes pastillas para dormir a menos que te las prescriba un médico, y aún así no más de diez noches consecutivas. Además de perder su efectividad y convertirse en adictivas, los medicamentos que inducen el sueño reducen o previenen el estado del sueño necesario para la salud mental” (revista Going Bankers?, primer número, p. 75). En El libro del cerebro, Peter Rusell, profesor de la universidad de Rhode Island, dice: “Al dormir, especialmente en los períodos del sueño, las proteínas y otros químicos que el cerebro usa en el día se abastecen con creces” (Plume, 1979, p. 76). Experimentos sobre privación del sueño en gente normal muestran que causa alucinaciones si se continúan por el tiempo suficiente (Maya Pines, Los modificadores del cerebro, Harcourt Brace Jovanovich, 1973, p. 105). Éstas son realmente las consecuencias de tomar drogas que inhiben o bloquean el verdadero sueño.

LOS TRANQUILIZANTES MAYORES / NEUROLÉPTICOS / ANTISICÓTICOS / ANTIESQUIZOFRÉNICOS

Todo lo dicho sobre los antidepresivos siquiátricos, el litio y los llamados agentes contra el ansia (los tranquilizantes menores) no es nada comparado con los tranquilizantes mayores, algunas veces llamados “antisicóticos”, “antiesquizofrénicos” o “neurolépticos”. Incluidos en esta categoría tenemos a Thorazine (clorpromazina), Mellaril, Prolixin (flupenazina), Compazine, Stelazine, Haldol y muchos otros. En términos de sus efectos sicológicos, estos llamados tranquilizantes mayores causan miseria, no alivio.

Físicamente y neurológicamente aniquilan la habilidad de pensar y actuar, incluso en dosis comunes. Al inhabilitar a la gente, pueden detener casi cualquier pensamiento o conducta que el “terapeuta” desee detener. Pero esto es simplemente deshabilitar a la gente, no terapia. La droga temporalmente deshabilita o destruye tanto una buena parte de la personalidad de una persona como la mala. Hasta qué grado la deshabilitación que impone la droga pueda superarse al discontinuar su uso depende de por cuanto tiempo se haya administrado, y a qué dosis. Las drogas llamadas tranquilizadores mayores o antisicóticos o neurolépticos dañan el cerebro más clara, severa y permanentemente que cualesquier otras usadas en siquiatría. Los doctores Joyce e Iver Small, profesores de siquiatría en la Universidad de Indiana, critican a los siquiatras que usan “medicamentos sicoactivos que se sabe tienen efectos neurotóxicos”, y hablan de que cada vez se “incrementa el reconocimiento sobre los perjuicios a largo plazo, y a veces irreversibles, en el funcionamiento cerebral inducido por las drogas neurolépticas. En estos casos la evidencia de daño cerebral no es sutil sino patente a todas luces ¡incluso para un observador casual!” (Ciencias de la conducta y del cerebro, marzo, 1984, p. 34). De acuerdo al Dr. Conrad Swartz, profesor de siquiatría en la Escuela Médica de Chicago: “Si bien los neurolépticos alivian la ansiedad sicótica, su efecto tranquilizante aplana los finos detalles de la personalidad incluyendo la iniciativa, la reactividad emocional, el entusiasmo, la conducta sexy, el estado de alerta... Esto sucede además de reacciones colaterales como movimientos involuntarios que pueden ser permanentes, mismos que evidencian el daño cerebral” (Ciencias de la conducta y del cerebro, marzo, 1984, pp. 37s). Un reporte de 1985 en Reporte de leyes de minusvalidez mental y física indica que por fin las cortes de Estados Unidos han comenzado a considerar que la administración involuntaria de neurolépticos involucra los derechos invocados en la Primera Enmienda debido a que “las drogas antisicóticas tienen la capacidad de afectar severa y permanentemente la habilidad de un individuo de pensar y comunicarse” (“Prosiguen las demandas sobre medicación involuntaria”, enero/febrero, 1985, p. 26, énfasis añadido). En Moléculas de la mente: la nueva ciencia de la sicología molecular, el profesor Jon Franklin observó: “Esta era coincidió con una mayor conciencia que los neurolépticos no sólo no curan la esquizofrenia, sino que en realidad causan daño cerebral. De repente, se vio a los siquiatras que los usan, y a los pacientes marginados de la sociedad, como nazis o algo peor (Dell Publ. Co., 1987, p. 103). En su libro Drogas siquiátricas: un peligro para el cerebro, el Dr. Peter Breggin dice que al usar estos medicamentos que causan daño cerebral “la siquiatría ha desatado una epidemia neurológica en el mundo”, misma que “alcanza de uno a dos millones de personas por año” (op. cit., pp. 108s). En casos severos, el daño producido pos neurolépticos es evidenciado por movimientos anormales llamados discinesia tardía. Sin embargo, esta enfermedad es sólo la cresta del iceberg del daño causado por neurolépticos. Las altas funciones del cerebro son más vulnerables y son perjudicadas antes de las funciones cerebrales elementales como el control motriz. El profesor de siquiatría Richard Abrams reconoce que “se ha reportado que la discinesia tardía ocurre después de algunas pocas tomas de neurolépticos” (citado en Benjamin Wolman, El manual del terapeuta, Van Nostrand Reinhold, 1976, p. 25). En su libro La nueva siquiatría el Dr. Jerrold Maxmen de la Universidad de Columbia dice: “La mejor manera de evitar la discinesia tardía es evitar los antisicóticos del todo. Excepto para el tratamiento de la esquizofrenia jamás deberían usarse por más de dos o tres meses consecutivos. Lo que es criminal es que demasiados pacientes que no deben recibir antisicóticos los tomen (Mentor, 1985, pp. 155s). ¡Pero el Dr. Maxmen no va lo suficientemente lejos! Su caracterización de administrar los llamados antisicóticos como “criminal” es acertada si nos referimos a todas las personas — incluyendo a los llamados esquizofrénicos — aun si los neurolépticos no se administrasen el suficiente tiempo para causar discinesia tardía. El autor del prefacio de un libro de cuatro médicos dijo lo siguiente: “A final de los 1960s resumí la literatura sobre discinesia tardía... La mayoría de los siquiatras o ignoraron la existencia del problema o intentaron inútilmente demostrar que estas anormalidades motoras eran clínicamente insignificantes, o que no tenían que ver con la droga. Mientras tanto el número de pacientes afectados incrementó, así como los síntomas de los que la padecían... Existen pocos investigadores o clínicos que aún duden de la naturaleza yatrogénica [causada por el médico] de la discinesia tardía... Es evidente que mientras más se sabe acerca de los efectos tóxicos de los neurolépticos en el sistema nervioso central, más se ve la necesidad de modificar nuestras prácticas comunes de los mismos. Es muy desafortunado que muchos doctores continúen prescribiendo sicotrópicos en cantidades excesivas, y que un número considerable de instituciones mentales no tienen políticas respecto al manejo y prevención de la discinesia tardía. Si este libro que refleja las opiniones de expertos en el campo puede hacer una mella en la complacencia de muchos siquiatras, no será un logro menor (citado en William Fann et al., Discinesia tardía: investigación y tratamiento, SP Medical & Scientific, 1980). En Drogas siquiátricas Peter Breggin dice: “Los tranquilizantes mayores son drogas altamente tóxicas; son venenos para varios órganos del cuerpo. Son neurotoxinas especialmente potentes, y es común que produzcan daño permanente en el cerebro... La discinesia tardía puede desarrollarse en pocas dosis y en lapsos cortos de tiempo... Generalmente, la demencia [pérdida de las altas funciones mentales] asociada comúnmente con la discinesia tardía no es reversible... Pocas veces me he sentido más triste y abatido que cuando veo la negligencia siquiátrica sobre la evidencia que está causando efectos lobotomizantes irreversibles, sicosis y demencia en millones de pacientes como resultado estos tranquilizantes mayores (op. cit., pp. 70, 107, 135, 146).

El profesor de siquiatría Richard Abrams ha señalado que: “Los antidepresivos de tipo triciclo son ligeras modificaciones químicas de la clorpromazina [conocida en el mercado como Thorazine], y fueron introducidas como potenciales neurolépticos” (citado en El manual del terapeuta, op, cit., p. 31). Asimismo, en Drogas siquiátricas el Dr. Breggin le llama a los antidepresivos “tranquilizantes mayores enmascarados” (p. 166). El siquiatra Mark Gold ha dicho que los antidepresivos también pueden causar discinesia tardía (Buenas noticias sobre la depresión, Bantam, 1986, p. 259).

¿Por qué los llamados pacientes aceptan tales “medicinas”? Algunas veces lo hacen por ignorancia acerca del daño neurológico al que se someten por seguir las indicaciones del siquiatra. Pero muchas ocasiones los neurolépticos son forzados en los cuerpos de los “pacientes” contra su voluntad. En su libro Drogas siquiátricas Breggin dice: “Una y otra vez en mi experiencia clínica he presenciado pacientes al borde de la angustia y la indignación porque les forzaron neurolépticos... El problema es tan rutinario en el hospital que un gran porcentaje de pacientes tienen que ser amenazados con inyecciones para que accedan tomarlos” (p. 45).

EL TRATAMIENTO SIQUIÁTRICO FORZOSO ES COMO UNA VIOLACIÓN

La administración de medicamentos siquiátricos (o un llamado tratamiento de electroshock) es una especie de tiranía que puede compararse, física y moralmente, con la violación. Comparemos la violación sexual con la administración involuntaria de una medicina inyectada intramuscularmente en las nalgas, que es donde suele darse. Tanto en la violación sexual como en la administración involuntaria de drogas siquiátricas, la fuerza es usada. En ambos casos, los pantalones de la víctima se bajan. En ambos casos, un tubo es insertado en el cuerpo de la víctima contra su voluntad. En el caso de la violación, el tubo es el pene. El caso de lo que podemos llamar violación siquiátrica, el tubo es la jeringa. En ambos casos un fluido es inyectado en el cuerpo de la víctima contra su voluntad. En ambos casos se encuentra en, o cerca de, la parte trasera. En el caso de la violación, el fluido es semen. En el caso de la violación siquiátrica, el fluido es Thorazine, Prolixin u otra droga inhabilitante del cerebro. El hecho es que la invasión corporal es similar en ambos casos (si no es que peor en el caso de la violación siquiátrica como explicaré en breve) y así es percibido en la mente de la víctima de cualquiera de estos dos asaltos. Como dijo el profesor de siquiatría Thomas Szasz: “La violencia es violencia independientemente de si la llamemos tratamiento de una enfermedad mental”. Algunas personas no hospitalizadas (es decir, encarceladas) son forzados a reportarse a un doctor para recibir inyecciones que actúan sobre un largo período, como Prolixin, cada dos semanas bajo amenaza de encarcelamiento (“hospitalización”).

Pero ¿porqué es peor la violación siquiátrica que la sexual? Como dijo el cirujano I.S. Cooper en su autobiografía: “Es tu cerebro el que ve, siente, piensa, ordena y responde. Tú eres tu cerebro. De trasplantarse a otro cuerpo, tu cerebro mantendría tus memorias, pensamientos y emociones. Seguiría siendo tú mismo. El cuerpo nuevo sólo sería una vasija; el cerebro te llevaría a un lado y a otro. Tu cerebro eres tú” (El examen vital: mi vida como cirujano del cerebro, Norton & Co., 1982, p. 50, énfasis en el original).

La parte más esencial e íntima de ti no es lo que tienes entre tus piernas, sino lo que tienes entre tus orejas. Un asalto al cerebro de una persona como un “tratamiento” inhabilitador (como drogas sicoactivas, electroshock o sicocirugía) es más íntimo y moralmente más horrible que la violación sexual. Además hay otra razón por la que, en términos morales, la violación siquiátrica es peor que la violación sexual: causa lesiones permanentes en el funcionamiento cerebral. En contraste, en términos generales las mujeres se encuentran con una vida sexual funcional después de haber sido violadas (sufren de daño sicológico, pero también lo sufren las víctimas del asalto siquiátrico). No se vaya a creer que no se creerá que estoy menospreciando el trauma de la violación sexual. De hecho, he asesorado a mujeres asaltadas sexualmente como abogado y sé que cada una de la media docena de mujeres que conozco que han sido violadas posteriormente han tenido una vida sexual normal, y en la mayoría de los casos se han casado y formado familias. En contraste, los cerebros de aquellos sometidos a asaltos siquiátricos no son tan funcionales como antes debido al daño físico que les ha hecho el “tratamiento”. En un talk-show televisivo de 1990, Jeffrey Masson dijo que espera que los responsables de tales “terapias” lleguen un día a enfrentar un juicio de Nuremberg (Geraldo, 30 noviembre 1990).


DROGAS QUE DAÑAN EL CEREBRO SE LES DAN A ANCIANOS EN ASILOS

Estos mismos neurolépticos llamados antisicóticos que dañan el cerebro se administran involuntariamente a ancianos sanos en los asilos de Estados Unidos. De acuerdo a un artículo de revista: “En los asilos los antisicóticos son usados entre el 21 y el 44 por ciento de los ancianos... la mitad de los antisicóticos que se prescriben a los residentes de estos asilos no pueden explicarse en el diagnóstico que se le ha hecho al paciente. Los investigadores sospechan que es común que se usen drogas en esas instituciones como camisas de fuerza químicas: una manera de pacificar a pacientes difíciles (In Health, septiembre/octubre 1991, p. 28). Conozco dos casos de ancianos endebles en asilos que apenas eran capaces de levantarse de la silla de ruedas a quienes se les dio un neuroléptico. Uno se quejó porque que quedó en la silla de ruedas y no pudo caminar con su bastón; el otro se quedó en cama porque no pudo levantarse para al ir al baño, por lo que se defecó en la cama. Aunque ambos estaban tan incapacitados físicamente que no representaban un daño para nadie, osaron quejarse amargamente acerca de cómo fueron tratados. En ambos casos los enfermeros respondieron inyectándoles el neuroléptico Haldol que los incapacitó mentalmente, imposibilitando que se volvieran a quejar. El uso de estas dañinas drogas en asilos de ancianos que no se consideran pacientes siquiátricos muestra que el verdadero propósito de los neurolépticos es el control, no la terapia. Las afirmaciones que estas drogas son terapéuticas es una racionalización sin soporte en los hechos.



ESTUDIOS SUPUESTAMENTE DOBLE CIEGOS SON TENDENCIOSOS [3]

Estudios que indican que los medicamentos siquiátricos ayudan son de dudosa credibilidad debido a que la profesión misma es tendenciosa. Todos o casi todos los medicamentos son neurotóxicos y por esta razón ocasionan síntomas y problemas como boca seca, visión borrosa, mareos, letargia, dificultad para pensar, irregularidades menstruales, retención urinaria, palpitaciones y otras consecuencias de disfunción neurológica. Engañosamente, los siquiatras les llaman “efectos colaterales” incluso si son los únicos efectos reales que produce el medicamento siquiátrico. Los placebos (cápsulas de azúcar) no causan estos problemas. Como estos síntomas o la ausencia de los mismos son manifiestos, evaluar los medicamentos siquiátricos en supuestas pruebas “doble ciegas” significa que no son realmente doble ciegas, haciendo imposible evaluar tales medicamentos imparcialmente. Esta situación hace que el espíritu tendencioso en la profesión esté dando resultados parciales.



MODOS DE ACCIÓN: DESCONOCIDOS

A pesar de diversas teorías y afirmaciones no comprobadas, los médicos no saben cómo las drogas que usan actúan biológicamente. En palabras de Jerrold Maxmen, profesor de siquiatría en la Universidad de Columbia: “Cómo funcionan los medicamentos sicotrópicos no está claro” (La nueva siquiatría, Mentor, 1985, p. 143). La experiencia ha mostrado que el efecto de todas de las actuales drogas siquiátricas es inhabilitar el cerebro de manera general. Ninguno de estos medicamentos posee especificidad (por ejemplo para la depresión, ansiedad o sicosis) que se afirma que posee.

¿COMO “INSULINA PARA LA DIABETES”?

Se dice generalmente que tomar medicamentos siquiátricos es como tomar insulina para los diabéticos. Aunque las drogas siquiátricas sean, como la insulina, tomadas continuamente, la analogía es absurda. La diabetes es una enfermedad con una causa física, en cambio, no se ha encontrado ninguna causa física para ninguna de las llamadas enfermedades mentales. La forma de acción de la insulina es conocida: es una hormona que le instruye a las células que ingieran glucosa dietética (azúcar). En contraste, la forma de acción de los medicamentos siquiátricos es desconocida — aunque tanto proponentes como críticos teorizan que previenen el funcionamiento normal del cerebro por medio de bloquear sus neuroreceptores. Si esta teoría es correcta, la misma representa otro contraste entre la insulina y el medicamento siquiátrico: la insulina restaura una función biológica normal, pero la otra interfiere con otra función biológica normal. La insulina es una hormona que se encuentra naturalmente en el cuerpo, pero las drogas siquiátricas no se encuentran generalmente en el cuerpo. La insulina le da al cuerpo del diabético una capacidad que no tendría en su ausencia, la capacidad de metabolizar azúcar, pero los medicamentos siquiátricos tienen el efecto opuesto: éstos suprimen las capacidades mentales que la persona tendría en ausencia de la droga. La insulina afecta al cuerpo más bien que a la mente, pero los medicamentos siquiátricos inhabilitan al cerebro y por lo mismo a la mente: siendo la mente la esencia del yo verdadero.



EL AUTOR, Lawrence Stevens, es un abogado cuya práctica incluye representar a “pacientes” siquiátricos. Sus panfletos no están registrados en las oficinas de derechos de autor. Se te invita a sacarles copias para distribuirlas a aquellos que creas que se puedan beneficiar.



ACTUALIZACIÓN DE 1998

Las siguientes declaraciones las hizo el Dr. Michael Murphy, miembro clínico de siquiatría en la Escuela Médica de Harvard; el Dr. Ronald Cowan (ibid.) y el Dr. Lloyd Sederer, profesor asociado de siquiatría clínica (también de Harvard) en el libro de texto Anteproyectos en siquiatría (Blackwell science, 1998):

Litio

“El mecanismo de acción del litio en el tratamiento de la manía no está bien determinado” (p. 57).

Valproato

“El mecanismo de acción del valproato posiblemente se deba al aumento de la función GABA[4] en el sistema nervioso central” (p. 58 énfasis añadido).

Carbamasepina

“El mecanismo de acción de la carbamasepina en la enfermedad bipolar es desconocido” (p. 59).

Antidepresivos

“Se cree que los antidepresivos ejercen un efecto en subsistemas de sinapsis neuronales a través del cerebro... Prozac, Praxil y Zoloft actúan pegándose a las proteínas de retoma de serotonina presináptica... Los antidepresivos de triple ciclo actúan bloqueando la retoma presináptica de la serotonina y la norepinefrina. Los inhibidores monoaminos de oxidasa actúan inhibiendo la enzima presináptica (monoaminos de oxidasa). Estos mecanismos inmediatos de acción no son suficientes para explicar los efectos retardados contra la depresión (típicamente de dos a cuatro semanas). Otros mecanismos desconocidos deben jugar un papel en el tratamiento sicofarmacológico exitoso de la depresión... Todos los antidepresivos poseen más o menos la misma eficacia para la depresión... Sólo como la mitad de los pacientes cuyos síntomas cumplen con los criterios del DSM IV[5] de una depresión mayor se recobrarán con un una sola experiencia de al menos seis semanas de antidepresivos” (p. 54, énfasis añadido).

Comentario de Douglas Smith, creador de este sitio web: Desde luego, como la mitad de la gente que se siente desanimada o deprimida se sentirán significativamente mejor en seis semanas con o sin “medicamentos”. En realidad, lo que los siquiatras llaman “otros mecanismos desconocidos” son sólo el paso del tiempo.

ACTUALIZACIÓN DE 1999

Véanse las citas en la reseña del libro Tu medicamento puede ser tu problema de Peter Breggin y David Cohen, publicado en 1999.

ACTUALIZACIÓN DEL AÑO 2000

“Nada ha dañado más la calidad de vida individual en la sociedad moderna que la errada idea de que el sufrimiento humano se deriva de causas biológicas y genéticas y que puede ser rectificado tomando medicinas o terapia de electroshock... Si yo quisiera arruinar la vida de alguien, lo convencería que la siquiatría biologista tiene la razón: que las relaciones humanas no significan nada, que el libre albedrío es imposible, y que la mecánica de un cerebro descompuesto reina sobre las emociones y conducta. Si quisiera estropear la capacidad de un individuo de crear relaciones empáticas y amorosas, le recetaría medicinas siquiátricas: todas aplanan nuestras más altas funciones sicológicas o espirituales” (prefacio de Peter Breggin en Realidad terapéutica en acción por William Glasser, Harper Collins, 2000, p. xi, énfasis añadido).

Anti-psiquiatría:Deconstrucción del concepto de enfermedad mental


De Adolfo Vásquez Rocca. Profesor de Antropología Filosófica, Escuela de Medicina Universidad Nacional de Buenos Aires.


El discurso de la psiquiatría

Caracteriza a las disciplinas, cuando se consolidan, un lenguaje propio. Tal lenguaje queda apropiadamente caracterizado como discurso definido éste como el resultado de la interacción, entre un lenguaje “natural” o corriente” y un hablante -o usuario- orientado a ciertos fines. Las disciplinas, en tanto discursos, no se sirven del lenguaje como simple medio neutral de transferencia de contenidos. Están, literalmente, constituidas por él.



Lo que llamamos “discurso científico” (o lenguaje “técnico”) no es por tanto simple vehículo. Es un espacio de representación colectiva en el cual se da la ciencia como actividad humana. El trabajo de un profesional de la ciencia o de aquellos que usan la ciencia como fundamento consiste en una perenne reformulación de sus objetos. De hecho, las disciplinas científicas pueden caracterizarse como discursos que crean y re-crean los objetos de los cuales “fabrican” enunciados. Estos arte-factos se convierten, cuando el diálogo y la polémica fructifican, en factos. Los “hechos” de la naturaleza suelen ser el resultado de disputas zanjadas. Las “verdades” de la ciencia no son el fundamento de las comunidades científicas. Las comunidades científicas son comunidades de problemas y, sobre todo, de retóricas. Una físico reconoce a otro físico por su modo de concebir y desarrollar enunciados verosímiles sobre algún interés común.



Aún cuando esto aparezca plausible, las implicaciones no siempre logran un acuerdo. Una de éstas es la siguiente: es menester estudiar el discurso científico en tanto que discurso, hay que reflexionar sobre sus orígenes y modo de constitución, hay que aceptar que no es sólo un producto sino una fuerza productiva. La realidad es una narrativa exitosa. Es aquello que se hace hablando en una comunidad de reconstrucciones de objetos que sólo existen en tanto se habla de ellos de una determinada manera.



Puede ser que la psiquiatría y otras disciplinas del hombre no sean comparables a las ciencias que la tradición considera fundamentales. En ella son evidentes aquellos rasgos de mutabilidad y obsolescencia que el historicismo indicó como propios de la realidad social. Es, diríase, enorme el impacto de la cultura y la época en la constitución de su vocabulario técnico y de su arsenal de conceptos. Hay quienes quienes quieren equiparar su desarrollo al de una disciplina de la naturaleza, como si en ella no ocurriera, al igual que en la historia, que el objeto que parece constituirla es idéntico al lenguaje que lo expresa. No pocos son los ejemplos en los que una afortunada expresión abrió insospechados caminos a la investigación y la práctica. No escasos, tampoco, aquellos en que una palabra, por ese proceso que Lukacs llamara “reificación”, se convirtió en cosa, “dio que hablar” y fundó subdisciplinas y especialidades completas y hasta hizo pensar a los ingenuos que se avanzaba en las profundidades de la realidad natural. Buen ejemplo del término fructífero fue la voz esquizofrenia. Muchos desvaríos ha causado el abuso del término depresión.



El discurso del especialista no es más que una diferenciación, a veces deformada, del lenguaje corriente. Especialmente en las disciplinas cuya formalización discursiva no es matemática y que basan su progreso en la acumulación y ordenamiento de enunciados con contenido empírico. La verosimilitud, que no es la verdad, es el logro de la ciencia. Sus instrumentos se perfeccionan en dirección a la retórica convincente, el argumento redondeado y elegante, a la precisión. Pero sería erróneo pensar que es otro lenguaje



Dialecto, código, registro.



¿Se trata entonces de un dialecto? Dialecto es el lenguaje compartido por un grupo que no necesariamente es homogéneo, aunque sí puede compartir una región. ¿Será acaso un código? El código se caracteriza por la correlación entre cambios del mensaje y tipo de rol social. Y finalmente, ¿no será más bien un registro, una moralidad del discurso corriente, que especifica una particular situación comunicativa?



Parece útil y, sobre todo, provocativo este último punto de vista. La misma expresión en boca de un profano carece del peso que tiene si es dicha por un experto. Supongamos que alguien rotula a un individuo de “demente”. Obviamente, la “verdad” no interesa para poner en marcha, por ejemplo, el sistema de atención médica. Sólo la reconstrucción técnica de lo designado por el vocablo es válida socialmente. Y ello, en virtud de ser el término usado por alguien que “sabe”. Saber, en este caso, suponer haber sido “socializado” en usos específicos de los vocablos en contextos determinados. Participar, en rigor, de una tradición que avala el uso y el contexto.



Innumerables perspectivas se ofrecen al estudio. Piénsese, por ejemplo, cómo cambia.



El trabajo de investigación, en cualquier disciplina, consiste en construir significados o, lo que es casi idéntico, inventar objetos para hablar de ellos. El lenguaje es la realidad constitutiva esencial de toda ciencia y también de toda práctica social. Una y otra se perpetúan por la enseñanza, que es la reconstrucción perenne de los significados sociales. Aún aquellas actividades no científicas -como muchas de las que integran la práctica de la medicina- reciben el influjo de las armonías de la cultura, que son las obras de ingenio.



Hacer del discurso de la psiquiatría el punto central de la indagación, estudiarlo en sus mutaciones y en sus permanencias, no significa otra cosa que detenerse en su opacidad.



Para los hispanoparlantes, ésta es tarea tan importante como insertarse con dignidad en la tradición tecnocrática. Los usos determinan el pensar. Muchos usos de la ciencia psiquiátrica de frontera no son ajenos. Se han gestado en otras realidades, responden a distintos desafíos. Su impronta en el lenguaje nos obliga a veces a decir lo que no queremos, o a querer, lo que no decimos. Espera, en embrión, una psiquiatría latinoamericana que no sea simple recuerdo ni tampoco soberbia ignorancia y pintoresco localismo. Esa “ciencia solitaria” no se basará en la negación de sí ni en negación de otras. Debe basarse sobre un diálogo de permanente reconstrucción. Para hacerla, es menester detenerse en su discurso, que la expresa y constituye.

El concepto de enfermedad mental



La teoría de la enfermedad mental es científicamente imprecisa y su estatuto esta aún por definirse. La psiquiatría como institución represora es incompatible con los principios de una sociedad democrática y libre, y debe ser abolida. Al negar la validez científica de la teoría de la enfermedad no se esta negando la realidad de las enfermedades neurológicas, la locura, el crimen, el consumo de drogas y los conflictos sociales.



El concepto de enfermedad mental tuvo su utilidad histórica pero es, en la actualidad, científica y médicamente anticuado, y moral y políticamente dañino por las razones que veremos en este artículo.



Thomas Szasz



En 1961, Thomas Szasz, médico psiquiatra, psicoanalista y actualmente Profesor Emérito de la Universidad del Estado de New York, publicó “El mito de la enfermedad mental”, que inició un debate mundial sobre los denominados trastornos mentales. Szasz anota que la mente no es un órgano anatómico como el corazón o el hígado; por lo tanto, no puede haber, literalmente hablando, enfermedad mental. Cuando hablamos de enfermedad mental estamos hablando en sentido figurado, como cuando alguien declara que la economía del país está enferma. Los diagnósticos psiquiátricos son etiquetas estigmatizadoras aplicadas a personas cuyas conductas molestan o ofenden a la sociedad. Si no hay enfermedad mental, tampoco puede haber hospitalización o tratamiento para ella. Desde luego, las personas pueden cambiar de comportamiento, y si el cambio va en la dirección aprobada por la sociedad es llamado cura o recuperación.



Por consiguiente, las intervenciones psiquiátricas deben ser definidas con claridad como voluntarias o involuntarias. En las voluntarias, la persona busca la ayuda del profesional movida por sus problemas. Típicamente, el individuo es un beneficiario de la intervención del psiquiatra. En las involuntarias, la sociedad impone la intervención. Típicamente, el individuo es una víctima de la acción del psiquiatra, en tanto que la sociedad(la familia) es la beneficiaria. La psiquiatría involuntaria es incompatible con los principios de una sociedad democrática y libre, y debe ser abolida.


La fabricación de la locura



En 1970, Szasz publicó “La fabricación de la locura: Estudio comparado de la Inquisición y el Movimiento de la Salud Mental”, un monumental estudio histórico dedicado a demostrar que-con el declinar de la cosmovisión teológica y del poder del Estado Teocrático(la alianza del Estado y la Religión), y el ascenso de la cosmovisión científica y del poder del Estado Terapéutico(la alianza del Estado y la Medicina y, en particular, la Psiquiatría-, el mito teológico de la herejía fue remplazado por el mito científico de la enfermedad mental, la persecución de brujas y herejes por la persecución de pacientes mentales y drogadictos, y la poderosa burocracia papal de la Inquisición por la poderosa burocracia estatal de la Psiquiatría Institucional.



En esta obra, que dio inicio a la nueva disciplina de la historia crítica de la psiquiatría (junto con la “Historia de la locura en la Era Clásica”, de Michel Foucault), Szasz define también los dos tipos de psiquiatría: la institucional y la contractual.



La Psiquiatría Institucional comprende todas las intervenciones impuestas a las personas por los demás. Estas intervenciones se caracterizan por la completa pérdida, por parte del denominado paciente, del control de la relación con el psiquiatra. Su aspecto económico más importante es que el psiquiatra es un empleado pagado por una entidad privada o pública. Su característica social más destacada es el uso de la fuerza o del engaño.



La Psiquiatría Contractual comprende todas las intervenciones psiquiátricas buscadas por las personas, motivadas por sus dificultades o problemas. Estas intervenciones se caracterizan por la completa retención, por parte del llamado paciente, del control de la relación con el psiquiatra. Su aspecto económico más importante es que el psiquiatra es un profesional privado pagado por la propia persona(en nuestros días, la situación se complica por la existencia de los seguros médicos). Su característica social más notoria es la evitación de la coacción o del engaño.



¿Qué entendemos por enfermedad mental?



Al negar la validez científica del concepto de trastorno mental no se esta negando la realidad de los fenómenos a los que, de modo impreciso -mucha gente- tanto profesionales como legos, llama enfermedades mentales. ¿Cuáles son estos? Por lo general, nos referimos a los siguientes:


Alteraciones involuntarias de conducta(por ejemplo alucinaciones, depresión, euforia, confusión, pérdida de la memoria y de la orientación tempo-espacial, y cambios importantes de la conducta o la personalidad) por enfermedades endocrinas, infecciosas, metabólicas, neurológicas o de otro tipo. Pero estas no son enfermedades mentales sino tan sólo enfermedades -como cualquier otra- pertenecen al ámbito de competencia de la medicina en general.


La locura, ahora llamada esquizofrenia, o paranoia , o psicosis, u otro término psiquiátrico. La literatura sobre la esquizofrenia, considerada la más grave de las tales enfermedades mentales comprende ahora miles de publicaciones que adolecen de un serio error epistemológico: hablar de la esquizofrenia como si fuese una enfermedad genuina como la diabetes cuando, en realidad, se trata de un insulto psiquiátrico que justifica el internamiento forzado de los locos.



Por otra parte, los psiquiatras llevan un siglo alegando que la esquizofrenia es, en realidad, una enfermedad cerebral. Si es así, ¿por qué sigue siendo definida como una enfermedad mental y tratada por psiquiatras en vez de por neurólogos? Con relación a las anormalidades detectadas mediante técnicas de imagenología diagnóstica en los cerebros de los llamados esquizofrénicos, surgen enseguida dos inquietudes:



a) ¿Esas anomalías son causa o consecuencia de la conducta anormal?



b) Si la esquizofrenia es una enfermedad del cerebro como, digamos, la enfermedad de Parkinson , o la enfermedad de Alzheimer, o la esclerosis múltiple, ¿ cómo es que en muchos países hay leyes especiales de salud mental que obligan al internamiento o al tratamiento forzado de los llamados esquizofrénicos? Que yo sepa, no hay leyes especiales para el tratamiento coercitivo de las pacientes con Parkinson, Alzheimer y esclerosis múltiple.



Al señalar que la esquizofrenia es parte del mito moderno de la enfermedad mental, tampoco estoy negando la existencia de la locura. De hecho, la locura abunda dentro y fuera de los manicomios( ahora llamados hospitales mentales). Lo que estoy cuestionando es la veracidad científica de categorizarla y tratarla como una enfermedad legítima tan curable como una apendicitis o una neumonía. La locura, en su sentido clásico y literario, es más bien un asunto personal (locura individual) o político (locura colectiva).





3.- El crimen y la violencia. El concepto psiquiátrico del crimen surgió en el siglo XX con la publicación de “El criminal, el juez y el público”(1929), de F. Alexander y H. Staub. Para estos autores, había dos clases de criminales: el normal y el anormal. Para el normal la penalidad tradicional era suficiente, en tanto que, para el anormal, Alexander y Staub recomendaban la abolición de los castigos y la implantación de tratamientos psiquiátricos.



Es importante tener en cuenta que esta tesis nació en la época del ascenso al poder de las ideologías totalitarias de la Italia fascista, la Alemania nazi y la Unión Soviética comunista, en las que los psiquiatras estaban dispuestos a cooperar con gobiernos dictatoriales en la represión de los ciudadanos.



Por su parte, Thomas Szasz, desde la publicación de “El derecho, la libertad y la psiquiatría”(1963), ha advertido que la Psiquiatría Institucional se ha convertido en una agencia represiva de control social .



Esta psiquiatrización del crimen ha dado origen al mito del paciente mental peligroso: con bastante frecuencia los medios masivos de comunicación informan sobre un crimen al que, enseguida y tras la entrevista a un psiquiatra o psicólogo, se le endilga el calificativo de trastorno mental. Aunque no hay ninguna evidencia de que los llamados pacientes psiquiátricos son más peligrosos que los normales (la situación actual apunta más bien a todo lo contrario), el mito del paciente mental peligroso se resiste a morir.





4. - El consumo de drogas legales e ilegales. Aunque la humanidad ha usado(y abusado de) drogas tales como el alcohol, la coca, la marihuana, el opio y sus derivados, y el tabaco durante siglos, el llamado problema de la droga, o drogadicción, o farmacodependencia, o abuso de drogas fue una creación del siglo XX con la promulgación de las primeras leyes antidrogas , y la inclusión del uso de ciertas drogas en la lista oficial de trastornos mentales de la Asociación Psiquiátrica Americana. Hasta ese entonces, no teníamos el llamado problema de la droga, ni la palabra drogadicción tenía la connotación peyorativa que hoy tiene. (De hecho, adicción quiere decir apego, dedicación como cuando decimos que Fulano es adicto al Partido Liberal, o Mengano es adicto al catolicismo).



Décadas más tarde, la guerra antidrogas, supuestamente ejecutada para erradicar el consumo, es llevada a cabo con tanta insensatez y ferocidad que sus terribles consecuencias(un ambiente de persecución inquisitorial, criminalidad, corrupción, daño ecológico y toxicidad agregada por la impureza) han terminado por afectar a toda la sociedad. Pero en vez de atribuir estas nefastas consecuencias a la ilegalidad y la guerra, los gobiernos las achacan a las drogas , los drogadictos y los traficantes.



Por mi parte, sugiero que prohibir ciertas drogas porque su abuso puede ser dañino para la salud es tan sensato como prohibir los automóviles porque su abuso puede ser perjudicial para la salud, y postulo que la guerra antidrogas nos está haciendo más daño que la denominada drogadicción. Por consiguiente el asunto no es cómo acabar con las drogas y los drogadictos sin cómo acabar con la persecución y la guerra.





5. - Los conflictos personales e interpersonales. Por último, cuando seguimos hablando de trastornos mentales, tenemos en mente otros tipos de hechos: los conflictos personales e interpersonales tales como la angustia, el desempleo, las dificultades o desviaciones sexuales, la discordia marital o familiar, la estupidez, las fobias, la incultura, las inhibiciones y demás problemas de la condición humana. Se piensa entonces que la vida es armónica y que los conflictos son causados por psicopatologías subyacentes que es preciso curar para ser felices. Esta es la versión pseudocientífica actual de la psiquiatría y la psicología clínica convencionales. No obstante,me parece más realista aceptar de una vez por todas que la vida es, en sí, una ardua tragicomedia, y que lo que llamamos salud mental(que prefiero llamar virtud o salud espiritual) es un largo y tortuoso camino de aprendizaje cotidiano.





La historia de la ciencia está llena de teorías y modelos que fueron descartados una vez que se lograron avances que permitieron un conocimiento preciso de los fenómenos. No veo por qué no va a ocurrir lo mismo con la teoría de la enfermedad mental. Nos corresponde a los científicos la responsabilidad social de revisar crítica y constantemente el estado de nuestros conocimientos para así ponernos al día en nuestra labor.



La teoría de la enfermedad mental tuvo, pues, su utilidad histórica hasta el siglo pasado pero es, en la actualidad, científica y médicamente anticuada pues permite diagnosticar y tratar como enfermos mentales a pacientes con enfermedades cerebrales o de otro tipo que cursan con trastornos involuntarios de conducta; y es moral y políticamente dañina porque se ha vuelto una cortina de humo para toda una serie de problemas económicos, existenciales, morales y políticos que, estrictamente hablando, no requieren terapias médicas sino alternativas económicas, existenciales, morales y políticas.





Referencias



- Szasz, T.S. “The Myth of Mental Illness”, 2nd edition. New York: Harper & Row, 1974.

- Szasz, T.S. “The Manufacture of Madness: A Comparative Study of the Inquisition and the Mental Health Movement.” New York: Harper & Row; 1970.





Adolfo Vásquez Rocca

Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Áreas de Especialización Antropología y Estética. Profesor del Programa de Postgrado del Instituto de Filosofía de la PUCV, del Magíster en Etnopsicología -Escuela de Psicología PUCV, Profesor de Antropología Filosófica en la Escuela de Medicina de la UNAB. Director de la Revista Observaciones Filosóficas http://www.observacionesfilosoficas.net Secretario de Redacción de PHILOSOPHICA, Revista del Instituto de Filosofía de a PUCV, Editor Asociado de Psikeba, Revista de Psicoanálisis y Estudios Culturales, Buenos Aires y de la Revista de Antropología Médica, UNAB. Miembro del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. adolfovrocca@gmail.com